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jueves, 7 de octubre de 2010

Insomnio. 1era Sombra. parte 1

lo logre! escribi! bien... aqui esta la 1era sombra! decidi que esta historia seria muy larga como para hacerla una mini historia y muy corta como para un libro, asi que es solo un cuento pasajero... que consta (hasta lo que planee) de 3 sombras o caps. aqui esta y espero que comenten! (publico lo demas cuando llegue a los 3 coments min esta entrada :P)

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1era Sombra.




Gire mi cabeza boquiabierta, esto debía ser una broma. Las supuestas “Sombras” no podían estar a la salida de mi casa, ya que siempre había salido por ahí y nunca encontré nada extraño que se pudiera referir a sombras o cosas que Saymus proclamaba con tanta convicción…



Pero ahí estaban... aunque la vista de siempre se había ido…



- ¿Qué-que es esto Saymus? – dije totalmente impresionada, ya no estaba el caminito que llevaba a la acera ni el pequeño patio de flores de mi madre, la valla de la entrada había desaparecido y las casas vecinas y la calle no se veían en ningún lado. en cambio, ahora se encontraba un piso de tierra, por el cual había desperdigados puestos llenos de todo tipo de cosas (comida, telas, jarrones… ¿calderos?) y la gente vestía… ¿ atavíos del siglo XIX? Mujeres esculpidas por corsés y en vestidos pasteles y bordados de encaje que llegaban hasta el piso, sobreros que se ataban con una cinta a la barbilla. Los hombres con las calzas, camisa abotonada y chaqueta tradicional, bastones y sombreros asemejando a Ben Franklin. Frente a mí, una carroza tirada por caballos pasó, dejando una estela de polvo en el aire, impidiéndome seguir con mi inspección. Me frote los ojos y mire a Saymus, solo para descubrir que él no estaba allí.

- ¿Saymus? – mire en todas direcciones, pero no había rastros de él. – maldición, porque no pensé en ello. Perfecto, trae a la chica al lugar más raro del planeta y la deja abandonada para hacérselas ella sola… -esto definitivamente era un mal signo, estaba empezando a hablar sola…

- Señorita.. ¿está usted bien? – una voz masculina provino de detrás mío, el bello de mi nuca se erizo. Me gire rápidamente y encare a otro de los hombres que se vestían como tipos sacados de una mala novela del siglo pasado.

- Eh, si, si. Solo estoy perdida. – dije pensando que en cierta forma era verdad… ¿pero como no lo estaría? La puerta por la que había salido de mi casa había desaparecido, igual que el traidor de Saymus. El hombre raro sonrió, dejándome ver una dentadura perfecta. Me fije en su rostro, este también tenía los ojos de color mercurio, con un ligero toque de verde, sus facciones lo posicionaban entre los veintitantos o treinta y pocos. Su sombrero dejaba ver destellos de un cabello marrón.

- Entonces se ha topado con el hombre indicado – con su bastón señalo un carruaje que estaba parado detrás de él, los caballos marrones y el carruaje de madera en un barniz rojizo – usted solo diga a donde desea ir.

Pensé durante un momento.

- Eh, la verdad no sé donde… se supone que debería estar con Saymus, pero desapareció – los ojos del señor se agrandaron enormemente y me miro con incredulidad.

- ¿Está usted hablando de Lord Saymus Trent? ¿Qué querría el con una impura?

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